La historia de la propietaria de Escents, Jacqui McNeill, suena como material excelente para un libro de bolsillo que no podrás dejar de leer: una mujer rechaza una prometedora carrera en los medios, convierte una pequeña empresa en una compañía internacional, atraviesa una crisis de salud potencialmente mortal justo antes de tener gemelos... Pero esta mañana, en su tienda de dulce aroma en West Broadway, la experta en aromaterapia está más preocupada por conocer a un nuevo miembro del personal y ajustar la iluminación.
La trama se desarrolla mientras se toma un café descafeinado en una cafetería de la calle. McNeill, con pantalones de pana negros, camiseta y chaqueta de cuero marrón, parece que podría ser una de sus propias clientas en lugar de alguien que acaba de regresar de un viaje de negocios a Asia. La mujer de 39 años de Vancouver (clase de negocios de la SFU de 1992) se lanza al drama. Capítulo 1: Vence a otras 700 personas para conseguir un trabajo en el periódico Thomson. Allí está, en Courtenay, preparada para embarcarse en una formación de gestión cuando, recuerda, "dije: 'No puedo hacer esto'. No podía verme a mí misma dentro de 10 años", no cuando su objetivo era dirigir su propio negocio. Pero, ¿qué haría en su lugar? "Tenía que ser algo que ayudara a la raza humana", dice. "Tenía que tener un componente educativo. Tenía que ganar dinero". Y tenía que ser una actividad minorista porque le gusta tratar con la gente.
